La reina negra
Me vi sola. Las paredes giraban
en torno a mí. Me apoyé en la encimera de aquella cocina para no caerme al
suelo. ¿Cómo había llegado hasta aquella casa?
Había sido con Peter. Era
la fiesta de graduación de su sobrino, “del heredero”, como lo llamaba él en
tono de broma.
La familia de Peter tenía
fábricas. ¿De qué? No podría decirlo con seguridad. Hacían componentes de coches, aviones
o tal vez de válvulas de oleoductos. No lo sabía. Nunca me había interesado lo
suficiente. Peter eran rico y eso me bastaba. Rico y divertido. Sí, Peter sabía
cómo pasarlo bien. Además, siempre estaba de broma. Me gustaba eso de él. Eso y
el dinero que guardaba en el bolsillo de la chaqueta y que nos permitía ir de
acá para allá, comer, beber, bailar, acostarnos en las sábanas de satén de los
mejores hoteles de Boston y no pensar en nada más.
Mi visión volvió a
temblar; me apoyé de nuevo en los muebles de la cocina y fijé los ojos en el
damero del suelo. Me centré en el perfil de los cuadros negros en contraste con
los blancos y conseguí que aquel tablero de ajedrez dejara de moverse.
Me sentía como un peón en
aquella partida y no sabía por qué. Fue entonces cuando llegó aquel hombre. Debió de
gritar, pero yo no oí nada. Como si todo sucediera a cámara lenta, lo vi abrir
la boca, llevarse las manos a la cara y huir. Después aparecieron los
demás. Se agolparon ante la puerta, sin entrar, como separados de mí por un
muro invisible, como si me tuvieran miedo. Señalaban algo en el suelo, junto a
mí. Seguí la dirección de sus miradas.
Reconocí su esmoquin. Era
Peter. O lo quedaba de él. Estaba tumbado bocabajo. Una mancha
brillante comenzaba a salir por debajo de su cuerpo deslizándose sobre los
azulejos blancos y negros y crecía poco a poco. Seguí sus líneas sinuosas,
hipnotizada por la llamarada de color rojo. Lo último que recuerdo es el sonido
metálico del cuchillo al caer desde mi mano.
Por mucho que me esfuerzo
no consigo ver nada más. Nadie supo nunca por qué sucedió, ni siquiera yo. Pero
eso a ellos no les importó. Nadie se preocupó en averiguarlo. ¿Qué más daba cuáles fueran las causas? Peter era
rico, yo solo una chica.
Dicen que soy famosa,
pero hasta hoy no me he dado cuenta de cuánto. Me lo encontré de repente en el
periódico que miro y remiro para paliar el hastío de mi celda. Mi nombre estaba en medio
de aquellas letras.
Definición: 5
Vertical: Mary Simmons. 7 letras, empezaba con A. ASESINA