Bajo las estrellas en el mundo real


Han pasado más de nueve meses desde que mi novela “Bajo las estrellas” apareció en
las librerías. Nueve meses en los que he pasado por un sinfín de estados difíciles de
explicar.

Del nerviosismo a la apatía hay toda una gama de matices que he recorrido (como
imagino que lo han hecho millones de escritores a lo largo de los años): la emoción de
lo que será, la satisfacción por la historia creada, el temor ante las críticas, el terror de
que pase desapercibida, la decepción ante la indiferencia, la rabia por los errores, el
orgullo por el trabajo realizado,…

Poco a poco he solventado todos ellos hasta llegar al estado actual. Algunas, muchas
veces, la historia me resulta a veces ajena a mí, en realidad, no tanto la historia como las
palabras puestas en ella.

Últimamente me he sorprendido pensando en volver a leerla para recordar los diálogos,
las descripciones, los personajes. Acercarme a ella como un simple lector, si algo así se
puede hacer en realidad.

Bueno, a lo que iba…

El otro día, por casualidad -no me preguntéis cómo llegué hasta allí porque no tengo ni
idea-, aterricé en una página de reservas de hoteles. Uno de los apartados de la página
era algo así como viajes literarios y entré en ella.

Había un pequeño artículo sobre Tierra Estella (la zona de Navarra donde se desarrolla
mi historia) y en él aparecían tres referencias literarias. Una a "El manuscrito de Carlomagno" de Arantzazu Amezaga, otra a "El albergue de Moab" de Mireia Navas y la otra a
"Bajo las estrellas".



Hasta entonces yo creía estar preparada para ver mi novela en algunas partes, pero
siempre pensaba que serían referencias y críticas en páginas de literatura en general y de
romántica en particular. Pero no lo estaba para esto.

Saber que mi historia se ha filtrado en el mundo real me llena de orgullo como NUNCA hubiera imaginado.